El terreno que rodea a Castello Banfi es rico en fósiles marinos: hace más de 5 millones de años, el mar ocupaba el espacio donde ahora ondean las suaves colinas de la finca.
La prueba llegó con el descubrimiento en el año 2007 de un fósil de ballena que actualmente se encuentra en vías de exposición en un lugar que, muy probablemente, estará cerca de Banfi. Este descubrimiento se realizó después de hallar en ese mismo área numerosos dientes de escualo, signo evidente de que varios depredadores se alimentaron de los restos de la ballena tras la muerte de esta.
Pero en Banfi no solo podemos encontrar huellas de la Prehistoria: en esa misma excavación se encontraron restos arqueológicos que se remontan a la época de los etruscos y de los romanos, que salieron a la luz en los primeros años de la historia de Banfi.
Recostada entre los ríos Orcia y Ombrone, la finca Banfi se extiende por la vertiente meridional del municipio de Montalcino, con sus 2830 hectáreas de propiedad, un tercio de las cuales se halla cultivado con viñedos especializados y, el resto, con olivares, trigales, trufas, ciruelos y bosques.
Además de sus tradicionales cepas, Sangiovese y Mascaddello, se hallan presentes las principales variedades nobles internacionales, que se adaptan a la perfección a este hábitat excepcional.
La estructura de estos suelos es extremadamente rica y heterogénea. La presencia de arcilla y de calcio favorece el crecimiento óptimo de las vides y la complejidad de sus tintos, mientras que la riqueza de esqueleto completa el perfil aromático de los blancos, confiriéndoles sus típicas notas minerales.
En reconocimiento al indudable valor y las posibilidades del terreno, se han realizado durante más de treinta años diversas investigaciones y estudios en profundidad sobre las principales variedades de tinto, en especial sobre la Sangiovese, en colaboración con algunas de las universidades italianas más prestigiosas.
EL CLIMA
Componente esencial de la vocación de un terreno, el clima constituye una variable fundamental para el cultivo de la vid, con capacidad para modificar las producciones de manera ostensible, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo.
Toda la zona de la finca se caracteriza por muy soleada y ventosa, con precipitaciones que se concentran fundamentalmente en el periodo otoñal. Se trata de un clima suave que, gracias a las fuertes variaciones térmicas que se producen entre el día y la noche, permite a las uvas madurar de manera óptima.